domingo, 7 de diciembre de 2008

Diápositivas del renacimiento

























































































































En busca de información para alimentar este blog, encontre estas diápositivas que contienen información acerca de lo que fue la técnica y la tecnología en la etapa del renacimiento, espero puedan revisarlo pues es un trabajo simplificado que nos permitirá una mejor comprensión del tema.
































Segunda exposiciòn

Ingenieros

¿Es posible que un hombre pueda llegar al conocimiento de los efectos naturales sin haber leído jamás libros escritos en latín?

Bernard Palissy era un aprendiz de vidriero que mediante la búsqueda del esmalte blanco para aplicar a las cerámicas consiguió la fama. Él respondía afirmativamente a esta pregunta con la cual atacaba a los profesores de la Sorbona. “La práctica puede demostrar que las doctrinas de los filósofos (incluso los más celebres) pueden ser falsas”.

Robert Norman, marinero inglés, después de 20 años de navegar se dedicó a la construcción y comercio de brújulas, se calificó así mismo como un “matemático no instruido”. Tiene la clara sensación de que existe una oposición de fondo entre sus investigaciones y las de los hombres de libros. Movido por el afán de glorificar a Dios y beneficiar a Inglaterra, arriesga su nombre y desafía las calumnias de sus adversarios, poniendo a disposición pública el resultado de su trabajo, “por suerte existen en el país muchos mecánicos que conocen a la perfección el uso de sus artes y son capaces de aplicarlas a sus diversos fines con tanta eficacia como los que querrían condenarles”.

Juan Vives, filósofo, amigo de Erasmo y Tomás Moro, preceptor en la corte inglesa, hombre de vasta cultura, escribe para el refinado público de los humanistas. Vives invita a los estudiosos europeos a prestar seria atención a los problemas relativos a las máquinas, al arte del tejido, a la agricultura y a la navegación, el hombre de letras debe entrar en los talleres y en las haciendas rurales, hacer preguntas a los artesanos, intentar comprender los detalles de su trabajo. La ciencia de la naturaleza, escribe en el De causes corruptarum artium (1531), no es monopolio de los filósofos ni de los dialécticos. Mejor que éstos la conocen los mecánicos, que nunca han elaborado entidades imaginarias como las formas y la ecceidad.

Estos tres personajes, plantean el problema de que la teoría domine a la práctica. Esta postura aparece en otro texto de la nueva ciencia, en el De humani corporis fabrica del año 1543, donde Andrea Vesalio se pronuncia enérgicamente en contra de la dicotomía creada en la profesión de un médico que por una parte, un profesor que permanece cuidadosamente alejado del cadáver que hay que disecar y habla desde lo alto de una cátedra consultando un libro, y por otra, un disector que desconoce la teoría y es rebajado a la categoría de carnicero.

Esto es concluido con lo siguiente: los procedimientos de los artesanos, de los artistas y de los ingenieros tienen valor en relación con el progreso del saber. Debe otorgárseles, la dignidad de hechos culturales.

Los talleres de éstos artistas, son a la vez laboratorios que forman pintores, escultores, ingenieros, técnicos, constructores y diseñadores de máquinas, además del arte, se enseñan rudimentos de anatomía y de óptica, de perspectiva y geometría. El saber empírico de personajes como Leonardo da Vinci, es resultado de un entorno de este tipo.

Leonardo

Leonardo da Vinci (1452-1519), pintor, ingeniero, constructor y diseñador de máquinas, (hombre sin letras), y filósofo, se convirtió para los hombres modernos en el símbolo del hombre de múltiples conocimientos, de la superación de la antigua distinción entre operaciones manuales y mentales.

Leonardo tenía la necesidad de unir la teoría con la práctica. Las ciencias que comienzan en la mente carecen de certeza, porque en los discursos puramente mentales no hay experiencia, sin la cual nada proporciona certeza en sí mismo. Él defendía la convergencia entre la práctica y la teoría, pero era ambiguo en sus ideas, también es cierto que a la inversa, sólo hay certeza donde se pueden aplicar las matemáticas y quienes se aficionan a la práctica sin la ciencia son como pilotos que entran en el barco sin timón o brújula, que nunca saben con seguridad adónde van.

Sin embargo, las investigaciones de Leonardo, que eran extraordinariamente ricas en intuiciones brillantes y en ideas geniales, no pasaron de ser experimentos curiosos, sin alcanzar la sistematicidad que constituye una de las características fundamentales de la ciencia y la técnica modernas.

Una vez que los artesanos más avanzados entran en contacto con el circulo de la cultura humanística y el mundo clásico, buscan en las obras de Euclides, Arquímedes, Herón, Vitrubio, una respuesta a sus interrogantes, esta literatura es extraordinariamente rica en tratados de carácter técnico que en algunas ocasiones son manuales y otras veces contienen solamente reflexiones sueltas sobre el trabajo desarrollado por artistas o mecánicos o sobre los procesos utilizados en las distintas artes.

Realizado este proceso, las universidades y escuelas no son ya los únicos lugares donde se produce cultura, los que elaboran este saber, son los ingenieros o artistas-ingenieros, que van alcanzando una posición de prestigio igual o superior a la del médico, el mago, el astrónomo de corte o el profesor universitario.

León Battista Alberti, pinto, escultor, arquitecto, urbanista y humanista refinado, considera que las matemáticas es la parte común a la obra del artista y del científico, la visión de perspectiva propia del pintor es una ciencia, y es una ciencia la pintura.


Talleres

La mayoría de los artistas del siglo XV proceden de ambientes artesanos, campesinos y pequeñoburgueses, -el arte en el siglo XIV era considerado como una actividad manual-. En los primeros años del siglo XV, en Florencia Italia, escultores y arquitectos eran miembros de la corporación menor de albañiles y carpinteros; los pintores pertenecían a la corporación mayor de los médicos y boticarios. Los arquitectos no eran solo constructores de edificios, se ocupaban también de construir máquinas de guerra, de preparar tribunas (máquinas) y complicados aparatos para las procesiones y fiestas.

A mediados del siglo XVI se da un cambio en el gremio de los artistas, pues los encargos de tipo artesanal ya no parecen conciliables con la dignidad del artista, es decir, que debido al interés que se les prestó en base a sus creaciones, éstas dejaron de ser de tipo artesanal. -Carlos V se inclina para recoger el pincel que se la ha caído a Tiziano-.




Arte y naturaleza



Francis Bacon, fundador de la “ciencia moderna” hace tres valoraciones de las artes mecánicas.


1.- Sirven para revelar los procesos de la naturaleza, son una forma de conocimiento;

2.- Lar artes mecánicas crecen sobre sí mismas; son a diferencia de todas las otras formas del saber tradicional, un saber progresivo, y crecen tan velozmente que los deseos de los hombres cesan incluso antes de que aquéllas hayan alcanzado la perfección:

3.- En las artes mecánicas, a diferencia de las otras formas de cultura, existe colaboración, son una forma de saber colectivo: en ellas confluyen los ingenios de muchos, mientras que en las artes liberales los ingenios de muchos se sometieron al de una sola persona y los seguidores, por lo general, lo pervirtieron en vez de hacerlo progresar.

Los técnicos desconocen los usos que pueden hacerse de sus experimentos; los científicos y los teóricos ignoran que muchas de sus desiderata podrían ser satisfechas por el trabajo de los mecánicos.

Jean d’ Alembert, escribía en la enciclopedia de William Chambers, “hemos encontrado respecto a las artes liberales una palabra que necesitaba muchas páginas, pero respecto de las artes mecánicas nos hemos encontrado con que estaba todo por hacer.

Denis Diderot, expresa “Nos hemos tomado la molestia de ir a sus talleres, de interrogarles, de escribir a su dictado, de desarrollar sus pensamientos, de obtener los términos propios de su profesión, de compilarlos en listas de definirlos. Diderot destaca los perniciosos efectos derivados de la tradicional distinción de las artes liberales y mecánicas, a partir de esto nace el prejuicio de que dirigirse a los objetos sensibles y materiales, constituye una renuncia a la dignidad del espíritu.


Dédalo y el Laberinto

Del mito del Dédalo (la figura de Dédalo es la de un hombre extraordinariamente ingenioso, pero despreciable. Su nombre es celebrado sobre todo por las invenciones ilícitas: la máquina que permitió a Pasifae acoplarse con un toro y engendrar al Minotauro devorador de jóvenes; el laberinto creado para esconder al Minotauro y para proteger el mal con el mal), se sacan conclusiones de carácter general: las artes mecánicas generan instrumentos que ayudan a la vida y, al mismo tiempo, instrumentos de vicio y muerte. Las artes mecánicas son en realidad de uso ambiguo, y pueden producir el mal y ofrecer al mismo tiempo un remedio al mal.

La teocracia universal de Tommaso Campanella, la caridad de Francis Bacon, el cristianismo universal de Leibniz, la paz universal de Comenio, -representantes de la revolución científica- no pueden separarse de sus intereses y entusiasmos por la nueva ciencia. La naturaleza es al mismo tiempo, objeto de domino y de reverencia. Tiene que ser “torturada” y doblegada al servicio del hombre, pero también es “el libro de Dios”, que hay que leer con espíritu de humildad.



[i]
[i] Información tomada de Paolo Rossi, El nacimiento de la ciencia moderna en Europa, capítulo tres "Ingenieros”, pp.40-50.

Un mapa




En este mapa intento explicar los procesos que envuelven al renacimiento para entender como fue surgiendo la ciencia y la tecnología, así como la importancia de éstas en la vida social de ese periodo.









































































































sábado, 6 de diciembre de 2008

Segunda Pregunta

El renacimiento se desarrolla en Italia, debido principalmente al fraccionado resquebrajamiento del imperio en Roma.

Algunos factores que permitieron su desarrollo fueron:
Políticos, culturales y económicos

Durante este periodo surge "la idea del hombre ", el cual es aquel que tiene muchos logros y talentos, ya que posee muchos conocimientos, sin embargo no es un especialista.

¿Por qué es importante este periodo? Por que es el impulso que originó el progreso de las ciencias y la importancia del ideal del hombre como un ser de conocimiento racional. Desde mi perspectiva, el renacimiento fue la etapa predecesora de la ciencia moderna, es decir dió paso a la misma.

Es Leonardo da Vinci, el hombre considerado como ideal del renacimiento, es decir, un ejemplo del ideal del hombre renacentista.

Respuesta a las preguntas planteadas

Plinio el Viejo en su Historia Natural, afirmaba que el conocimiento iba siempre tras las legiones del imperio, su concepción fue debido a que durante la expansión Europea, los procesos políticos-militares y el desarrollo científico y tecnológico fueron desarrollándose a la par, es decir fueron dos procesos históricos dificilmente disociables*.

Al buscar la expansión a América España, tuvo necesidad de utilizar embarcaciones distintas a las ya existentes, para la construcción de éstos embarques se requirió de una mejor "tecnología", ya que el tiempo de duración de los viajes sería mayor y la carga que portarían sería más pesada. Asimismo para llevar a cabo la conquista en América, requirió de tecnología militar (armas, cañones, etc.), solo con este avance se logró llevar a cabo la conquista en territorio americano.

Puede decirse que las transformaciones sociales, el crecimiento económico y social urbano, dieron pie al surgimiento de la ciencia y la tecnología en España.

Ya que la población iba en incremento, fue necesario hacer uso de la tecnología para cubrir las necesidades básicas de la población como era el alimento, vestido, agua salubre y vivienda. Para cubrirlas se requirió de nuevos sistemas de riego, utilización óptima de fuentes de energía como la eólica y la hidráhulica, complementando a la fuerza animal, surgiendo de igual forma medios de transporte seguros que permitieran la movilidad de las personas.

Con este avance se originó una nueva mentalidad hacia las actividades productivas y mercantiles, dando paso a la burguesía y el capitalismo.

* García Tapia Nicolás y Carrillo Castillo Jesús, Tecnología e Imperio, Nivola libros y ediciones, España 2002, pp.11-27

jueves, 4 de diciembre de 2008

JUAN HERRERA

JUAN HERRERA ARQUITECTO DEL REY FELIPE II.

Juan de Herrera nació en el barrio de Movellán, en la localidad de Roíz, del municipio cántabro de Valdáliga en el año 1530, y murió en Madrid en el año 1597. Importante arquitecto, matemático y geómetra español de origen cántabro. Su familia era una familia de hidalgos castellanos lo que le permitió una esmerada educación en diferentes ramas del saber y las artes así como de las armas. Juan de Herrera es uno de los más destacados arquitectos españoles del siglo XVI y máximo exponente del renacimiento en España. Su sobrio e incluso severo estilo arquitectónico y decorativo, llamado Herreriano en su honor, fue representativo del Imperio español de Felipe II y sus sucesores de la casa de la Austria. Su más importante obra arquitectónica fue el monasterio de El Escorial, en Madrid. Como figura del Renacimiento, se interesó por todas las ramas del saber y manifestó siempre un espíritu aventurero y un gran afán de novedades. Su 'Discurso sobre la figura cúbica' revela sus notabilísimos conocimientos de geometría y matemáticas. Y su participación en algunas de las campañas militares de Carlos I (en Alemania, Flandes e Italia) habla de su talante inquieto.
Fue arquitecto de la obra mas emblemática de la historia de la arquitectura Española, el monasterio de El Escorial.


La vida de Juan Herrera se encuadra en una centuria de profundas transformaciones sociales e ideológicas en la historia de España. L a ewxpancion política militar de la monarquía española en el siglo XVI iba a exigir la intervención de un nuevo cuerpo de individuos capaces de pensar y de actuar dentro de una estructura estatal muy compleja en una escala desconocida hasta entonces. Los abundantes hidalgos, miembros del eslabón miembros más bajos de la aristocracia iban a ser quienes proporcionaran el material humano para este desarrollo dentro de una sociedad aún fuertemente estamental.

¿Quienes eran los hidalgos?

La hidalguía es el más bajo escalafón de la nobleza y equivale en primer lugar a detentación de privilegios, entre los que destaca la exención fiscal (excepto de las "ayudas", desde la segunda mitad del siglo XIV), y a prestigio social derivado de dicha condición exenta.
Son los hidalgos propietarios, en mayor o menor cuantía, que viven de la explotación de sus tierras. De ahí se deriva la enorme variedad de sus fortunas: por lo general, no poseen la potencia económica de la alta nobleza, oscilando su posición entre la del rico propietario pechero y, en ocasiones, la del labrador depauperado. En este sentido los hidalgos presentan una proximidad evidente al campesino pechero.


El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha




JUAN HERRERA EN EL “FELICISIMO VIAJE” DEL PRINCIPE Felipe


Juan Herrera se unió a una brillante comitiva de Felipe II por Italia, Alemania y Flandes donde se juntaba lo mas granado de la joven aristocracia.

La visión del mundo, la sociabilidad y los contactos personales que obtuvo a lo largo del viaje por las capitales europeas fueron, sin duda importantes en su formación y la orientación de su futura carrera.

La milicia, la actividad que más esfuerzos humanos y materiales movilizaba en el siglo XVI fue el primer destino de Juan Herrera.

JUAN HERRERA, ARQUITECTO.


Seria el dibujo y la geometría precisamente, los caminos que llevaría a Juan de Herrera al campo de la arquitectura, al que debe principalmente su renombre.

Aunque Jun Herrera no fue el inventor exclusivo de su posición como director de las obras reales contribuyo a una redefinición del mismo. Herrera se convertiría en instrumento ejecutor de los proyectos del rey y encabeza de un nuevo organigrama jerárquico que pretendía centralizar el control de la actividad constructiva de la monarquía. Este nuevo esquema venia esbozado en las ordenanzas de 1572 y suponía principalmente , la separación de los procesos de trazado y de construcción siendo el primero de competencia exclusiva de la arquitectura real Herrera realizaba los diseños, que pasaban al consejo de la arquitectura para ser discutidos antes de su definitiva aprobación por el rey . Este procedimiento puesto en marcha en la construcción del monasterio de El Escorial.

L a década de los setenta fue de enorme importancia para la carrera de Herrera como para las obras reales bajo su dirección comenzó las trazas de la lonja de Sevilla.

Su principal ocupación había sido la ocupación la dirección de las obras del monasterio de la Escorial, una construcción de concepción y dimensiones desconocidas que exigía un nivel de organización y tecnología que solo alguien de las características de Herrera podrá llevar a buen puerto.

Llegando las obras del monasterio a su fin, Herrera se convirtió cada vez más en coordinador y asesor de múltiples obras de arquitectura e ingeniería de la monarquía por toda su geografía.




EL ESCORIAL








Las estatuas del rey Salomón y su padre el rey David evocan la relación de El Escorial y el Templo de Salomón



Fresco de «Salomón y la Reina de Saba» en el centro de la Biblioteca de El Escorial.

Frescos en la Sala de las Batallas.
Vistió de Gravelinas, donde se produjo la Batalla de Gravelinas, con una victoria española sobre las tropas francesas que obligó al rey francés a firmar la paz, y desistir de su invasión de Italia. Esta batalla se produjo después de la batalla de San Quintín, y en honor a esta victoria, el rey Felipe II mandó construir el Monasterio del Escorial













EL CUADRADOYELCUBO: DISCURSOSOBRE LA FIGURA CÚBICA


En toda teoría de Juan Herrera percibimos la necesidad de dotar a su posición como perito en asuntos de arquitectura e ingeniería de una vertiente teórica e intelectual que le permitiera defenderse de aquellas que enviando su ascenso en la corte. Se sabe que elínteres por los aspectos mas abstractos de la matemática y su interpretación en clave trascendente no responde en absoluto a una impostura si no refleja a una firme creencia, de tintes cercanos a lo religioso, que Herrera compartía con el rey.




LAS INVENCIONES DE JUAN HERRERA


Juan Herrera dentro de la corte estaba la de realizar informes sobre la originalidad y viabilidad de las invenciones que se presentaban a la corona para obtener el privilegio real de la invención.

Una de las maquinas más notables que inventó Herrera era un ingenio para cortar hierro en pequeñas piezas, según consta en el privilegio que en enero de 1589 solicitó Leonardo Xupi con el que Herrera había fundado una compañía . El objeto de dicha sociedad era el desarrollo e instalación de este ingenio.

Las maquinas de fabricación de moneda inventadas por ingenieros Alemanes que se había trasladado a Castilla para montarlas.

Juan Herrera también fue inventor de instrumentos de medición, entre ellos uno para determinar la longitud en alta mar.

Maquina para hacer monedas.


ABASTECIMIENTO DE AGUA


Uno de los importantes funciones que competían a Juan Herrera como arquitecto era el abastecimiento de aguas.
Su labor de Herrera fue, sobretodo la de readaptar y mejorar la red de acuerdo con las nuevas necesidades que iban surgiendo.





PRESAS Y ESTANQUES




Una de las obras hidráulicas más ambiciosas de todo el reinado de Felipe II fue la presa de Óntigola, en el sitio de aranjuez, conocida popularmente como el mar de óntigola.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Renacimiento

Para entender màs sobre el renacimiento, me parece que este artìculo nos serìa de gran ayuda para todos los alumnos que estamos inscritos en el curso de Cultura Cientìfica y Humanìstica II, ya que el material aborda temas como la sociedad y la economìa en esta etapa, asì mismo nos daremos cuenta como va surgiendo la sociedad capitalista y còmo en un momento se hace necesario el avance cientìfico y tecnologìco para cubrir las necesidades de la sociedad.

La direcciòn en la cual pueden encontrar el documento es:
www.cervantesvirtual.com/historia/carlosv/6_2_josep_perez



Sociedad y economía
Artículos

La sociedad española del Renacimiento
Joseph Pérez

¿Qué es el Renacimiento? La palabra nace a principios del siglo XIX la acuña Michelet que la define así: arte y razón, las bodas de la belleza y de la verdad, y le sirve para caracterizar los cambios de todo tipo que se producen en toda la Europa occidental a partir de la segunda mitad del siglo XIV. Asistimos entonces a una explosión de vitalidad en todos los sectores: recuperación demográfica después de la Peste negra de mediados del XIV, expansión del comercio, crecimiento urbano, afianzamiento del Estado, invención de la imprenta, grandes descubrimientos marítimos, reencuentro con la cultura clásica y el mundo grecolatino.
En cuanto a la mentalidad burguesa, podríamos definirla, no tanto como la codicia o la búsqueda del provecho, que se dan en todos los tiempos y en todas las sociedades, sino más bien como la búsqueda de un provecho siempre mayor, indefinido, la búsqueda de rentabilidad, la acumulación de beneficios que, en vez de gastarse inútilmente, se invierten en empresas más importantes que puedan aportar un desarrollo económico mayor y una mejor utilidad social.
¿Qué relación puede haber entre el Renacimiento y la mentalidad burguesa? Yo diría que dicha relación presenta dos aspectos complementarios y antitéticos: hay coincidencia cronológica pero al mismo tiempo oposición profunda entre los dos conceptos. La sociedad renacentista es indiscutiblemente una sociedad expansiva e innovadora, pero esta sociedad es más aristocrática que burguesa, a pesar de las apariencias.

1.- Una sociedad expansiva e innovadora
Desde mediados del siglo XV aproximadamente hasta finales del siglo XVI, Europa conoce un largo período de crecimiento. Se trata del tránsito de la Edad Media a los tiempos modernos o, si se quiere, del feudalismo al capitalismo, fenómeno difícil de definir con exactitud pero que tiene por lo menos una característica principal: se pasa de un sistema de relaciones sociales en el cual la moneda desempeña un papel secundario a otro en el cual el dinero -en el sentido amplio de la palabra- viene a convertirse en el motor de la economía. España y ante todo Castilla no sólo participan en estos cambios sino que en gran medida los inician. Pensemos en las ingentes cantidades de oro y plata -los tesoros americanos- que entran en Europa por Sevilla a partir de los primeros años del siglo XVI. Las remesas de Indias no son la causa de la «revolución económica» del XVI, ya que ésta había empezado antes, pero le dan mayor impulso(1). Las actividades comerciales conocen entonces un auge extraordinario que no pasa desapercibido. Sarabia de la Calle, que escribe en 1542, observa que en Sevilla «ya la mayor parte del mundo está puesta en tráfagos y compras y arrendamientos».
Esta tendencia general de la economía tiene efectos prácticos en la vida cotidiana. La gente gusta de bien vestir, de lucir joyas, de vivir en casas acomodadas, de participar en fiestas, banquetes, recreos. Las Cortes protestan varias veces contra el lujo, las novedades en el vestir, las invenciones de sastres, sombrereros y artesanos(2). Los moralistas no se quedan atrás. A mediados de la centuria tenemos tres testimonios parecidos. Uno es de Antonio de Torquemada: «Esta tacha tenemos universalmente todos los de la nación española, y mayormente los castellanos, que somos muy grandes amigos de novedades e invenciones, y así en los trajes, en las cortesías, en las salutaciones y generalmente en todo lo que hacemos y tratamos, tenemos tan poca perseverancia que nuestra propia lengua nos enfada...»(3). El humanista Arias Montano denuncia por las mismas fechas las costumbres de los jóvenes adinerados que gustan de viajar al extranjero, sobre todo a Italia, de donde vienen con acento extraño, menospreciando todas las cosas de su tierra y «admirándose de que hayan crecido tanto las calabazas»(4). En La Perfecta Casada fray Luis de León censura particularmente las mujeres: «Ellas son tan perdidas que en viendo en otras sus invenciones, las aborrecen, y estudian y se desvelan por hacer otras. Y crece el frenesí más, y ya no les place tanto lo galano y hermoso como lo costoso y preciado, y ha de venir la tela de no sé dónde [...] y todo nuevo y todo reciente, y todo hecho de ayer, para vestirlo hoy y arrojarlo mañana» (cap. III).
El lujo obliga a gastar más de lo que se gana, lo cual obliga a la gente a tomar prestado y a contraer deudas. El desarrollo extraordinario de los juros y censos es una de tantas manifestaciones de una economía y una sociedad que han entrado en la fase monetaria. El que dispone de dinero (mercaderes, letrados, conventos...) lo presta con interés; el que lo necesita compra censos, es decir se endeuda. De por sí, los censos no constituyen una traba para el desarrollo económico; durante aproximadamente los dos primeros tercios del siglo XVI, fueron un instrumento eficaz para financiar la agricultura, la ganadería, la construcción, la vivienda y otras actividades productivas. Pero paralelamente, se empezó también a emplear los censos para comprar mercedes, villazgos, regimientos, para dotar conventos y para gastos suntuarios. De esta forma va acentuándose la tendencia a vivir de rentas, como caballeros, hasta llegar a la situación que describe Cellorigo a finales de la centuria: España se ha convertido en una «república de hombres encantados» en la que pocos trabajan y producen y muchos gastan lo que no tienen.


2. Una sociedad más aristocrática que burguesa
Estamos frente a una paradoja: la época del Renacimiento coincide con un primer desarrollo del capitalismo comercial y con el afianzamiento del Estado moderno, y sin embargo esta evolución no se hace en beneficio ni de la burguesía ni del cuerpo administrativo de funcionarios reales (los letrados). Exteriormente, por lo menos, son la aristocracia y los valores caballerescos los que salen ganando. Esta nobleza posee rasgos originales, entre ellos su conversión a la cultura: el caballero ideal ya no es el guerrero, como en la Edad Media(5), sino el cortesano, el que sabe manejar a la vez o alternativamente la pluma y la espada. Es la aristocracia, más que la burguesía, la que ha difundido en España las ideas, los temas y las formas del Renacimiento italiano, tesis que el estudio de Helen Nader sobre la familia Mendoza ilustra a la perfección(6) y que se podría hacer extensiva a gran parte de la nobleza española: pensemos en el almirante de Castilla, en el maestre de Alcántara, protector de Nebrija en su corte de Zalamea, en la corte del duque de Alba en Alba de Tormes, en el conde de Ureña, fundador en 1548 de la universidad de Osuna que dota con una renta de más de un millón de maravedís, en las bibliotecas reunidas por los condes de Benavente o los marqueses de Priego, etc. Pensemos sobre todo en el modelo acuñado por El Cortesano de Baltasar Castiglione en el primer tercio del siglo XVI: es la corte del príncipe o del grande, más que la urbs, la ciudad burguesa, la que constituye el mundo ideal y el foco de la sociedad renacentista. Al interesarse por la cultura la nobleza impone a la civilización occidental una estética y una ética que tienen como contrapartida el menosprecio del trabajo manual y una cierta valoración del arte como lujo superior, propio de las élites sociales.
El desarrollo del gran negocio internacional, consecuencia del auge económico, es fuente de inmensas ganancias para los que se dedican a comprar los productos más cotizados en el mercado europeo, la lana merina, por ejemplo, para exportarlos al extranjero e importar otros productos destinados al consumo interior. Cobra así pujanza la figura del mercader, comerciante al por mayor, a la vez exportador e importador, banquero en ocasiones, que no hay que confundir con el simple tendero o el revendedor al por menor. Estos mercaderes son auténticos burgueses, dinámicos, emprendedores, pero no tienen conciencia de formar una clase homogénea, un grupo social original. La sociedad del siglo XVI sigue siendo una sociedad estamental fundada en el privilegio ; por eso la integración a la nobleza representa la consagración del éxito social y la meta a la que aspiran todos los que, conquistadores, letrados o mercaderes, venidos de las capas inferiores , han alcanzado cierto nivel de fortuna. En esto consiste el afán de hidalguía: en equipararse al grupo dominante y prestigioso de la nobleza, distinguiéndose de la masa de los plebeyos y pecheros. Así ve un teólogo a los mercaderes sevillanos: «Rabian y mueren por la caballería»(7). Este anhelo de promoción social es perfectamente admitido en la época. La nobleza no se ha convertido todavía en una casta cerrada. Existe cierta movilidad social que permite a un burgués ascender a la categoría de hidalgo o caballero con tal de aceptar los ideales nobiliarios y el modo de vida aristocrático que supone el ocio, sin tener necesidad de dedicarse personalmente a un trabajo penoso. Así se llega a la distinción entre oficios viles y no viles. Son considerados como viles los oficios mecánicos y, de modo general, todos aquellos en que se emplean los que no tienen más remedio para ganarse la vida. Un moralista escribe por ejemplo que «ser mercader por ganar es oficio vil y vituperable, pero ser mercader por bien de la república y de su casa no es infamia», o sea que cierto nivel de fortuna ya es de por sí digno de consideración social. Esto lo explica muy bien Huarte de San Juan en su Examen de ingenios: «La república hace también hidalgos, porque en saliendo un hombre valeroso, de grande virtud y rico, no le osa empadronar, pareciéndole que es desacato y que merece por su persona vivir en libertad y no igualarle con la gente plebeya; esta estimación, pasando a los hijos y nietos, se va haciendo nobleza y van adquiriendo derecho contra el rey»(8).
Por lo general, la integración a la hidalguía supone una transición paulatina. Los padres acumulan riqueza; casan a sus hijos con doncellas nobles o compran para ellos regimientos o lugares de señorío y les convierten así en hidalgos o señores de vasallos, es decir en caballeros. «Nunca mejora de estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres», leemos en el Buscón de Quevedo. A la inversa, mudar a la vez de lugar y de vida facilita el mudar de estado; la movilidad geográfica puede ser un medio de movilidad social. Este es el consejo que se da a un plebeyo rico en el Diálogo de los pajes: «De aquí a pocos años, sus nietos o biznietos [...] saldrán [...] a vivir donde no los conozcan y en dos credos se hacen hidalgos y aun caballeros»(9). ¿Qué es ser noble? «Ser de cincuenta leguas de aquí», contesta la Floresta de Melchor de Santa Cruz(10). De esta forma va creciendo cada año el número de hidalgos.
El triunfo de los valores caballerescos acarrea efectivamente varias consecuencias. La primera y la más importante desde el punto de vista social es el menosprecio creciente en que caen las actividades productivas y el trabajo manual, considerado como oficio vil, impropio de un caballero. «Dios mandó al hombre rico que obrase y no le dijo que trabajase, que esto pertenece a los pobres». La frase es de Francisco de Osuna y está escrita en el primer tercio del siglo XVI; dice mucho sobre una mentalidad colectiva que censura la ociosidad como enemiga del alma, pero al mismo tiempo considera el trabajo manual como una maldición. En la España renacentista «honras y dineros casi siempre andan juntos»(11). El trabajo es sinónimo de pobreza y vileza. Lo peor del caso es que hay poquísima esperanza de salir de apuros trabajando: «Ni el mucho trabajar enriquece siempre», nota Juan de Luna, autor del segundo Lazarillo(12), Mateo Alemán insiste en la idea: «El dinero no se ganó a cavar»(13). Hay más: los mismos moralistas recomiendan de tener medio en el trabajo: conviene ni ser perezoso ni muy acucioso, de tal forma que se gane sólo lo que fuere honesto, sin afanarse de día y de noche, domingos y días laborales, como hacen algunos por codicia de ganar. Dicho de otro modo, el pobre está condenado a serlo siempre.
Nada tiene de extraño en estas circunstancias el que se busquen modos de vivir menos viles. Ya hemos visto la actitud de los burgueses y mercaderes. Para otros muchos, una salida honrosa es el servicio doméstico, entrar en la servidumbre de una casa noble. El hidalgo sin fortuna entra así a formar parte del séquito habitual de un Grande: vive en su palacio, viste y come a costa de su señor, le acompaña cuando va a la guerra -esto cada día menos- o a la corte, participa de las fiestas y divertimientos que da y así aprende los modales y los ideales de la vida caballeresca. Estos son los que llaman a veces pajes: «De ordinario son gente noble, y que cuando sus padres les envían a servir, su intento principal es enviarlos a que sean doctrinados en buenas costumbres y que se les enseñen ejercicios virtuosos»(14). Pero, además de estos criados en el sentido etimológico de la palabra (los que se crían junto a un señor y a expensas de éste), las grandes casas señoriales ocupan también a muchos criados en el sentido actual: porteros, reposteros, despenseros, mozos, etc. cuyo número elevado da lustre al que los emplea. Las Cortes de Toledo de 1559 se alarman ante esta situación: Por andar en este hábito, mayormente cuando les dan libreas, muchos dejan sus oficios y otros las labores del campo, lo cual ha venido a tanto que ya no se hallan peones para cavar y segar ni hacer las otras cosas del campo, sino a muy excesivos precios(15). Las de 1611 vuelven sobre el tema: «La mucha gente que se ocupa en servir y en los escritorios y otras formas de vivir inútiles a la república hace falta a la labranza, crianza, tratos y oficios necesarios a la república, de que resulta haber gran carestía en todas las cosas por costar tan caro las manufacturas».
Este es uno de los fenómenos más alarmantes de la España renacentista: la inflación de lo que hoy llamaríamos el sector terciario o los servicios es a la vez causa y efecto de una situación económica, social y moral en la que las actividades productivas están desprestigiadas. «Dar es señoría, recibir es servidumbre», rezaba la divisa del primer duque del infantado, Diego Hurtado de Mendoza (1415-1479)(16). Muchos se ponen a servir por huir del trabajo en el campo o las manufacturas. Los grandes no siempre pueden mantener tantos lacayos y criados, pero consideran que tienen la obligación moral de seguir empleándolos. De ahí la historieta que corre en el siglo XVI sobre el señor a quien aconsejan que despida parte de sus criados. El señor mira la lista que le presentan y comenta: «Estos se queden porque yo los he menester, y esotros también porque ellos me han menester a mí»(17). Semejante mentalidad es totalmente opuesta a la puritana, fundada en el ahorro, en la inversión económica, en la utilidad social. Ya lo decía el autor de la Celestina: el dinero sirve para vivir bien: «¿Qué aprovecha tener lo que se niega aprovechar?».
Por lo general, se atribuye a la anormal multiplicación del número de criados el abandono de las actividades productivas en la España renacentista y barroca(18). En realidad, el fenómeno responde a causas complejas, esencialmente a la inadaptación de la estructura social a las nuevas condiciones creadas a finales de la Edad Media(19).
La oferta grande de servicios para las casas de los ricos y nobles no es suficiente para resolver los problemas que plantea el exceso de población. Muchos se quedan sin empleo, sin modos de existencia, y no tienen más remedio que ir mendigando de una ciudad para otra, solicitando la caridad de los pudientes. Esta no dejó de responder a la demanda, ya que la moral social de la época consideraba que los ricos tenían la obligación de dar limosnas a los desamparados. No todos sin embargo se prestaban de buena gana a ejercer la obra de caridad y los predicadores tenían que recordarles encarecidamente que ésta era una obligación imperativa para los cristianos. En varias ocasiones, las Cortes, portavoces en este caso de los privilegiados de las grandes ciudades de Castilla, pidieron que se tomaran medidas adecuadas para evitar que los mendigos pasasen de una ciudad para otra. Suplicaban los procuradores «que cada uno pidiese en su naturaleza», es decir en su ciudad de origen(20). A estas peticiones respondieron varias ordenanzas municipales en los años 1540, que por lo visto no dieron el resultado esperado ya que, a finales de la centuria, el doctor Cristóbal Pérez de Herrera volvió a recomendar medidas semejantes para hacer frente al número creciente de mendigos y vagabundos. Su proyecto se encaminaba a organizar la asistencia a los pobres, obligando a los que eran sanos a trabajar en talleres adecuados y a los enfermos y ancianos a encerrarse en hospicios donde estarían atendidos debidamente.
Tampoco tuvo éxito la reforma ideada por Cristóbal Pérez de Herrera, no por cierto a causa de la ociosidad ambiente o de una mentalidad hidalguista opuesta a todo lo que significase un paso adelante hacia la modernidad o el capitalismo. El problema, en lo esencial, no era de carácter ético, sino coyuntural. Contra los pobres y mendigos, los reformadores aducen tres tipos de argumentos:
- Los pobres «viven como gentiles; que no confiesan, comulgan, ni oyen misa, ni pienso saben la doctrina cristiana [...]. Viven como alárabes, sin razón, ni justicia, ni concierto»(21).
- Muchos de ellos tienen enfermedades contagiosas y su contacto con la gente decente a la puerta de las iglesias y otros lugares públicos, además de peligroso, presenta aspectos asquerosos y repugnantes.
- Por fin, son unos ociosos que prefieren vivir de limosnas antes que trabajar para ganarse la vida honestamente.
El tercero de estos argumentos es tal vez el principal. «Antes faltan jornaleros que jornales», dicen los procuradores a Cortes en 1522 y en 1548. En una primera etapa, hasta los años 1570 aproximadamente, hay efectivamente una fuerte demanda de mano de obra en España, pero los españoles, en su mayoría, estimulados por el dinero fácil que corría por todas partes y por el lujo de los pudientes, exigen salarios elevados que los empresarios se resisten a pagar; prefieren acudir a la mano de obra extranjera, a franceses, por ejemplo, mucho menos exigentes y que se aprovechan de la situación: cobran más en España que en Francia(22). El fenómeno está bien documentado en toda la época. Jerónimo López-Salazar aporta datos concretos para la Mancha donde los ricos labradores procuran que bajen los salarios y pretenden impedir que los jornaleros se vayan a trabajar a otros lugares donde encuentren contratos más favorables. Por ejemplo, en 1565, el concejo de Horcajo de Santiago informa al Consejo de las Órdenes que los mozos del lugar «han venido a pedir tan inmoderados jornales que no se puede por ninguna vía sufrir tan gran desorden [...] y son amigos de holgar muchos días y trabajar muy pocos y ganar en un día para holgar cuatro»(23). Este es precisamente uno de los argumentos del reformador Pérez de Herrera: «Algunos, por andar ociosos, piden jornales demás precio del que merecen y se usa porque nadie los coja y reciba»(24). Lo que inspira pues los proyectos de reorganización de la caridad es una mentalidad capitalista en el peor sentido de la palabra: el egoísmo de clase. Se comprende así la reacción de un Domingo de Soto al denunciar el odio y hastío de los pobres que anima a los reformadores de mediados del siglo.
¿Fue la ociosidad causa o efecto de la ausencia de desarrollo industrial en España? Durante gran parte del siglo XVI, hubo un auténtico desarrollo en España; de ahí la demanda de mano de obra, frenada por la exigencia de salarios elevados. A finales de la centuria aparecen síntomas de crisis: el dinero fácil, el nivel de vida elevado, los censos y el parasitismo merman las capacidades productivas. Cristóbal Pérez de Herrera confunde causa y efecto: «por haber tantos vagabundos, no hallan los labradores quien los ayude a cultivar las tierras, ni otros oficiales de la república a quien enseñen sus oficios, que por esta razón es cierto que valen tan caras las hechuras de las cosas, y todo lo que se vende de mercadería y mantenimiento»(25). En realidad, los precios y los salarios- habían subido antes y a esto se debió principalmente la «ociosidad»: muchos preferían pasar de limosnas antes que trabajar duramente sin perspectivas de promoción y el estancamiento de la producción provocó la desaparición de muchos puestos de trabajos. Maravall está en lo cierto al resaltar que, en el siglo XVII, la ociosidad «no era una premisa, sino un resultado de la crisis del país, de su empobrecimiento y declive. Lo malo estaba en que quienes necesitaban y querían trabajar no encontraban en qué»(26), más exactamente: no querían trabajar por un salario de miseria y tampoco querían dedicarse a cualquier tipo de trabajo. «El ocio forzoso -en definitiva lo que hoy llamamos paro- y falta de inversión eran fenómenos debidos a las condiciones objetivas de la sociedad, que asfixiaban a los que trabajaban»(27).
La conclusión que podríamos sacar de este examen rápido y por lo tanto esquemático es que el tránsito de la Edad Media a la moderna fue una etapa mucho más larga de lo que suponía Michelet. Es imposible señalar una ruptura neta entre las dos épocas; estamos frente a un proceso evolutivo muy lento. La época del Renacimiento inicia unos cambios que coinciden cronológicamente con la aparición de rasgos característicos de lo que después se suele considerar como el capitalismo y la promoción social de la burguesía. Pero las mentalidades evolucionan muy lentamente y la relación entre las infraestructuras económicas y las superestructuras ideológicas es mucho más compleja de lo que se piensa. Es lo que sugería Ernest Labrousse en el prólogo que escribió para la traducción francesa del libro de R. H. Tawney, La religión y el auge del capitalismo: ¿Cómo llegó el puritanismo a instalarse y a desarrollarse a sus anchas en la historia? La mentalidad puritana no explica el desarrollo económico, sino que se explica a su vez por las transformaciones sociales. La ética puede condicionar una sociedad, pero lo más probable es que sea la sociedad la que condicione la ética(28).

1. VILAR P. Or et monnaie dans l'histoire. 1450-1920. París : 1974, pág. 89.
2. MARAVALL, J.A. La imagen de la sociedad expansiva en la conciencia castellana del siglo XVI. En Histoire économique du monde méditerranéen. 14501650. Mélanges en l`honneur de Fernand Braudel. Toulouse : 1973, pág. 369-388, y, del mismo autor, Las estimaciones de lo nuevo en la cultura española. En Cuadernos hispanoamericanos, n° 10. S.l : febrero de 1964, pág. 187-228.
3. TORQUEMADA, Antonio de. Manual de Escribientes. ZAMORA, M. J. de y ZAMORA V. (ed.). Madrid : 1970, Anejos del Boletín de la Real Academia Española, XXI, pág. 118.
4. Rhetoricorum libri III. Amberes : 1569.
5. HERMOSILLA D. de. El Diálogo de la vida de los pajes en palacio (1573). Ed. Donald Mackenzie. Valladolid : 1916, contiene indicaciones interesantes sobre el desprestigio de la profesión militar entre los nobles: «En Castilla, los hijos de los señores en sus casas y en los estrados de sus madres se están, que nunca van a guerras» (pág. 153). El mismo diálogo señala la afición creciente de los nobles a los estudios: «La ciencia, todos dicen que nunca embota la lanza y adorna mucho a los señores y príncipes»(pág. 147).
6. NADER, H. The Mendoza Family in the Spanish Renaissance, 1350-1550. New Brunswick ; New Jersy ; Rutgers University Press : 1979. Hay traducción española, Los Mendoza y el Renacimiento español. Guadalajara :1986.
7. ALBORNOZ, B. de. Arte de los contratos. Valencia : 1573, citado por LAPEYRE, H. Une famille de marchands, les Ruiz. París : 1955, pág. 117.
8. HUARTE DE SAN JUAN, J. Examen de ingenios. Madrid : Ed. Cátedra, s.a., pág. 553.
9. HERMOSILLA, Diego de. Op. cit., pág. 81.
10. SANTA CRUZ, M. de. Floresta española [1574]. Madrid : 1953.
11. Santa Teresa. Camino de perfección, S.l : s.a., que añade lo siguiente:»quien quiere honra no aborrece dineros y que quien los aborrece, que se le da poco de honra. Entiéndase bien esto, que me parece que esto de honra siempre trae consigo algún interés de renta o dineros ; porque por maravilla hay honrado en el mundo si es pobre, antes, aunque lo sea en sí, le tienen en poco».
12. Citado por MARAVALL, J. A. La literatura picaresca desde la historia social. Madrid : Taurus, 1986, pág. 172.
13. Guzmán de Alfarache. Primera parte, libro II, cap. VIII. S. l. : s. a.
14. Memorial que el marqués de Villena envió a fray Luís de León en 1588 ; v. PINTA LLORENTE, M. de la. Estudios y polémicas sobre fray Luís de León. Madrid :1956, pág,171-173.
15. MARAVALL. J.A. Picaresca. op. cit, pág. 217.
16. Citado por LADERO QUESADA, M.A. Aristócratas y marginales : Aspectos de la sociedad castellana en la Celestina. En Espacio, tiempo y forma. Serie III. Historia medieval, pág. 105. S. l. : 1990. v.3.
17. La cita está sacada del Diálogo de los pajes de Diego de Hermosilla, pero existen muchas variantes. Parece encontrarse por primera vez en las Facetias del italiano L. Domenichi (Florencia, 1564) quien pone la frase en boca dei cardenal de Médicis en España, además de Hermosilla, la citan Melchor de Santa Cruz, Luis Zapata y varios más, V. CHEVALIER, Maxime. Sur le cuentecillo. En Mélanges de la Casa de Velázquez, XXVI-2, 1990, pág. 178.
18. «Si no hubieran los señores, /los clérigos y los soldados/ menester tantos criados,/ hubiera más labradores» (Lope de Vega, El Villano en su rincón).
19. Ésta es la interpretación, que creemos fundada, que propone MARAVALL J. A. en su libro sobre la Picaresca, ya citado.
20. Cortes de Valladolid de 1518.
21. PÉREZ DE HERRERA C. Amparo de pobres, ed. Michel Cavillac, Madrid : 1975 (Clásicos Castellanos, 199), pág. 24-37.
22. Sobre los salarios más elevados en España que en el resto de Europa, v. VIÑAS, Carmelo. Notas sobre primeras materias... En Anuario de historia económica y social, 1975, pág. 393. Ya en 1578, Jean Bodin observaba el fenómeno y explicaba así la emigración de franceses a España: «Ce qui atore nos Auvergnats et Limousins en Espagne [...], c'est qu'ils gagnent au triple de ce qu'ils font en France. Car l'Espagnol, hautain, riche et paresseux, vend sa peine bien cher» (citado por VILAR, P. Op. cit., pág. 111).
23. LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ, J. Estructuras agrarias y sociedad rural en la Mancha (siglos XVI-XVII). Ciudad Real : Instituto de Estudios Manchegos, 1986, pág. 523.
24. PÉREZ DE HERRERA, C. op. cit., pág. 99, argumento repetido por el mismo Pérez de Herrera, en un discurso al rey Felipe III citado por J. A. MARAVALL, J. A. Picaresca, pág. 182: «Tengan los labradores peones a buen precio».
25. Amparo, pág. 110.
26. Picaresca, pág. 547.
27. Ibid., pág.179. En el siglo XVII, Sancho de Moncada alude claramente al «ocio forzoso, no habiendo en qué trabajar» (Restauración política de España. Ed. VILAR, Jean. Madrid : Instituto de Estudios Fiscales, 1974, pág.108 y 148).
28. LABROUSSE, E. prólogo a TAWNEY, R. H. La Religion et l'essor du capitalisme. París : Marcel Riviére, 1961, pág. XVIII-XIX.

Plan de Investigaciòn

¿Còmo surgiò la ciencia y la tecnología en el renacimiento?

¿Qué relevancia tuvo la ciencia y la tecnología en la etapa llamada renacimiento?

¿Quién era Juanelo Turriano y cuáles fueron sus inventos?

Conocido como el "relojero del rey", debido a que fué uno de los primeros ingenieros del renacimiento español, abordaré aspectos concernientes a Juanelo Turriano, así como a la creación y colección de sus relojes y su artificio para elevar el agua en Toledo.